jueves, 1 de noviembre de 2012

CUANDO UNO CURA A ALGUIEN NO ESTA CURANDO A NADIE


 Cuando uno cura a alguien no está curando a nadie, tampoco está ayudando a que alguien se cure, solo está curándose a sí mismo. Si un terapeuta entiende este principio mejorará su consulta de forma significativa. Todas las personas que aparecen en nuestras vidas son reflejos de nuestros conflictos pasados y presentes, entonces toda vez que alguien viene a vernos es alguien que nos manifiesta una memoria que se repite, por ello la mejor manera de enfrentar esto y darle una ayuda significativa al paciente es haciendo Reiki.
Uno puede como terapeuta usar mentalmente la técnica con cada paciente y los efectos que verá serán muy positivos. Si usted es un terapeuta y un cliente llega a verle primero tenga la seguridad de que él está ahí como una de sus memorias repetidas. Da igual si lo mira desde la perspectiva donde usted le hizo daño en un remoto pasado y está ligado a él por una deuda del destino como dice mucha gente, o simplemente que está manifestando algo que debe ser sanado por usted, o incluso puede ver como si la divina providencia le trae personas que tienen defectos que usted necesita sanar en usted mismo. Sea cual sea el enfoque uno debe comprender que todo se trata de sanarse a uno mismo.
Entonces uno debe mientras lo escucha ir repitiendo las cuatro frases, si hace eso durante el proceso donde el paciente le cuenta sus problemas usted notará que el paciente se abre más y se siente más relajado a medida que habla.
El escuchar no es una simple actividad pasiva, no sólo el que oye es transformado por la palabra del que habla, sino que el que habla es transformado por medio de la escucha atenta y compasiva. Creo que no hay nada más relajante y reconfortante que el sentir que uno es escuchado sin ser juzgado.
Cuando alguien te escucha con aceptación puedes sentirte más cerca de aceptarte tú también, y es fundamental entender que el principio de toda sanación es aceptación así como el principio de toda enfermedad es resistencia.

Aceptación como terapia:
Toda enfermedad es intrínsecamente un proceso de estrés, o es un efecto de un proceso de estrés; la mejor forma de disolver el estrés es por medio de una completa aceptación de la situación, de nosotros mismos, y de nuestra relación con nuestra situación.
Cuando usamos las cuatro frases estamos haciendo justamente esto: Cuando decimos “lo siento”, estamos aceptando la situación, aceptamos el conflicto, no en forma resignada y negativa sino como una base inicial.
Cuando decimos “perdóname” estamos diciendo que aceptamos nuestra participación en el conflicto, aceptamos que esto tiene que ver con nosotros, que es nuestra responsabilidad, pero estamos diciendo algo todavía más importante: estamos diciendo y aceptando que tenemos intenciones de reparar el conflicto y restaurar armonía.
Cuando decimos “Te Amo” estamos diciendo que aceptamos la posibilidad de que este conflicto tiene otra forma de verlo, tiene otra posibilidad, que hay una forma armónica de ver esto, y esa forma armónica la llamamos amor, pero podemos llamarla de cualquier otra forma, por eso digo que uno puede decir aquí te perdono, nos perdonamos, o incluso: Que haya paz.
Al decir “Gracias” aceptamos que el proceso de rebalanceo se ha llevado a cabo y que esto nos hace felices, aceptamos y estamos satisfechos con lo que ha ocurrido.
Entonces las cuatro frases son en esencia una aceptación: del conflicto, de nosotros en el conflicto, de las posibilidades de redención y de la redención misma.

Disolver la culpa y el malestar:
La culpa debe ser disuelta, de eso se trata.
Como ya he dicho a menudo ocurre que vienen a la mente algunas cosas que hacer como caridad o ayunos, modo de acelerar el proceso de purificación, para convencer al Unihipili (mente inconsciente) de que la obstrucción ha sido disuelta.
Pero en ocasiones el proceso de limpieza se siente incompleto porque permanecen en el cuerpo reacciones desagradables que todavía nos atan a las situaciones pasadas.
Así que me gustaría explicar una forma de ayudar a deshacernos de estas sensaciones de retroalimentación del cuerpo que teniendo su origen en la culpa provocan otros efectos indeseables.
De lo que hablo es de la incorrecta retroalimentación de mente verbal y cuerpo que se expresa en incomodidad y malestar.
Cuando uno tiene un pensamiento que es desagradable, por ejemplo una pelea con la pareja ese pensamiento verbal que viene del Uhane (mente consciente) provoca una reacción emocional en el Unihipili(mente inconsciente o niño interior); pero una emoción es un pensamiento que se piensa con el cuerpo, o una sensación corporal que se siente con la mente.
Una emoción es un pensamiento que tiene un reflejo en una sensación corporal, el miedo se siente como frío corriendo por el cuerpo; la ira como ardor en el estómago, y probablemente en las orejas; el amor es como una presión en el pecho y el nerviosismo es una sensación de movimiento en el estómago.
Existen emociones que se retroalimentan – casi todas – y se hacen tremendamente intensas; te decía que si tuviste una pelea con tu pareja, el pensar en eso te va a generar una sensación corporal, y el sentir esa sensación corporal generará un pensamiento de malestar, el cual se reflejará como una sensación corporal y así cíclicamente. De modo que aunque logres deshacerte de la sensación por un rato, el hecho de que pienses en tu pareja en cualquier momento te llevará al recuerdo de la pelea y de ahí al cuerpo y de nuevo a la mente y sentirás que no puedes pensar en nada que no sea este problema. Insólitamente se presenta la sensación corporal también se activará el recuerdo de la pelea.
Para lograr disolver esta retroalimentación hace falta que se logre disociar la sensación corporal del pensamiento que la, dispara, o bien asociar el pensamiento a otra sensación. Esto último es lo que normalmente ocurre cuando las cosas se arreglan de forma natural. Tengo la sensación de que no me explico con claridad así que lo haré mediante un ejemplo, el mismo que vengo trabajando: cuando llegas a tu casa y resuelves las cosas con tu pareja, sientes una sensación de alivio, lo que ha ocurrido es que al pasar a ser el conflicto un “problema arreglado” has asociado al conflicto una nueva sensación que no es molesta, una sensación de calidez y paz, entonces de ahí en adelante aun cuando pienses en la pelea, la sensación con la que está asociada será una sensación agradable, la sensación de “problema resuelto”.
Cuando se usan técnicas donde uno imagina la situación desagradable pero se imagina sonriendo y feliz lo que se hace es tratar de asociar el pensamiento a otro pensamiento que esté asociado a una sensación agradable pero mientras no se haya roto la asociación con la sensación inicial negativa, que es normalmente más fuerte que la sensación positiva imaginada, la nueva asociación no tendrá efecto.
Hay muchos modos de hacer esta disociación con las emociones negativas; pero hay una forma que me gusta en lo personal para disolver la retroalimentación de la culpa, aunque que es perfectamente válida para cualquier emoción, y consiste en dar golpecitos con las puntas de los dedos o con los nudillos en ciertas partes del cuerpo.
Hay personas que enseñan técnicas basadas en golpeteos pero la explicación que le dan al hecho tiene que ver con meridianos y energía. Yo también hablo de meridianos y energía pero para otras cosas. Desde mi punto de vista la técnica que ellos usan es correcta pero su explicación del fenómeno es incorrecta.
Lo que ocurre realmente cuando se piensa en el problema y se dan golpecitos es que se distrae al cuerpo, y se le muestra otra forma de responder al pensamiento de modo que ya no hay una retroalimentación angustiosa. Entonces cuando uno piensa en esto, el cuerpo se dirige a la reacción que le enseñamos la cual es neutra o positiva y de ese modo desaparece el malestar.
Cuando el pensamiento desagradable ya no genera sensaciones desagradables se puede decir que se ha partido la emoción y se puede pensar más cómodamente. Ya luego se pueden establecer asociaciones más afortunadas.
La ubicación en la que se deben dar los golpecitos en realidad no es tan estricta, solo debe cumplir con un par de principios básicos: debe ser un lugar sensible al tacto, cuanto más sensible mejor, y deben estar convenientemente lejos de la ubicación de la respuesta actual desagradable; por ejemplo: Si uno tiene ansiedad y la ansiedad se refleja como una sensación desagradable en los intestinos, el sitio para los golpecitos debe estar lejos de los intestinos.
La secuencia de golpecitos y el número puede variar, aunque para evitar divagaciones me gustaría proponer una técnica fija para cualquier perturbación.
La voy a dividir en dos partes: Primero vamos a disolver la asociación presente y luego vamos a generar una nueva asociación.

Práctica de disociación:
1.- Piense en algo que lo perturbe. Hágase una representación mental si lo decide. Ponga atención en qué lugar del cuerpo siente la respuesta emocional.
2.- Comience a dar golpecitos de la siguiente forma: con los nudillos de la mano dominante, como quien toca una puerta,
en el centro del pecho; luego con la palma abierta golpee sobre el hombro opuesto; luego con un solo dedo como quien hace el gesto de hacer silencio, golpee suavemente en los labios, y con dos dedos (índice y medio) golpee en la muñeca opuesta, como quien busca la vena antes de aplicar una inyección.
3.- Dé de 5 a 9 golpes en cada punto, al llegar a la muñeca ha completado una ronda.

Práctica de reasociación:
1.- Piense en el problema que acaba de disociar, al cual dejó en estado neutro, imagine que ese problema está en su mano izquierda, imagine toda la escena problemática o cualquier representación en la palma de su mano izquierda.
2.- Piense en una situación agradable, algo que le haga sentir a gusto, imagine que esa situación está en la palma de su mano derecha.
3.- Ahora junte sus manos en una palmada sonora y comience a frotar sus palmas con el fin de generar algo de calor. Sienta que estas dos situaciones están uniéndose: lo bueno y lo neutro. Mientras lo hace puede pensar alternativamente en el problema y luego en la otra situación agradable una y otra vez.
4.- Frótese la cara con las manos y sienta la agradable calidez de sus manos, inhale profundamente y exhale.

Añadiendo el Reiki:
1.- Haga una carga extra de aire. Evalúe la intensidad del problema con la escala de 0 a 10.
2.- Realice la práctica de disociación haciendo unas 3 rondas. Mientras lo hace diga las frases de modo mental o hablado de esta forma: en el pecho se dice “lo siento”, en el hombro “perdóname”, en los labios “te amo”, en la muñeca “gracias”.
3.- Evalúe la intensidad nuevamente, si el valor es superior a cero, repita el paso dos. Si es cero puede proseguir al paso 4.
4.- Realice la reasociación teniendo en cuenta que: En la reasociación al pensar en el problema mientras se mira la palma de la mano izquierda se dice: “lo siento, perdóname”, mientras se piensa en la situación agradable en la palma de la mano derecha se dice: “te amo, gracias”. Luego mientras se frotan las manos uno dice las cuatro frases una y otra vez: “lo siento, perdóname, te amo, gracias”. Finalmente no hace falta que se diga nada mientras se frota uno la cara.
Te invito a realizar estas prácticas y te garantizo que te sentirás asombrado con los resultados; también te digo que si, por alguna razón en extremo extraña, no obtienes buenos resultados entonces modifiques la práctica para hacerla más adecuada a ti. Normalmente lo que podría cambiar sería la ubicación de los golpecitos. 
PD: Los golpecitos, se llaman Taping, y la técnica “lo siento, perdóname”, te amo, gracias”, pertenece a  Ho’Oponopono
Técnica Hawaiana que significa limpieza del sendero.
A mi me gusta utilizarlas con Reiki, ya sabeis cada maestrillo tiene su librillo.
Un abrazo.

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