Paz del corazón en el jardín del rey
No puedes mejorarte. Y
no estoy diciendo que el mejoramiento no pueda ocurrir —recuerda—, pero tú no
puedes mejorarte. Cuando dejas de intentar mejorarte, la vida te mejora. En esa
relajación, en esa aceptación, la vida empieza a acariciarte, la vida empieza a
fluir a través de ti. Nadie ha sido como tú y nadie será como tú; simplemente
eres único, incomparable. Acéptalo, ámalo, celébralo, y esa misma aceptación
comenzarás a ver que los demás son únicos, empezarás a ver su incomparable
belleza. El amor sólo es posible cuando hay una profunda aceptación de uno
mismo, del otro, del mundo. La aceptación crea el ambiente en el que crece el
amor, el terreno en el que el amor florece.
Esto es lo que he oído: Un rey entró en su jardín y encontró árboles, arbustos y flores marchitos y agonizantes. El roble dijo que se estaba muriendo porque no podía ser tan alto como el pino. Girándose hacia el pino, vio que flaqueaba porque no podía dar uva como la parra. Y la parra moría porque no podía florecer como la rosa. Pero vio que los pensamientos estaban tan frescos como siempre. Y cuando les preguntó, recibió esta respuesta:
«Di por supuesto que cuando me plantaste, querías mis flores. Si hubieras querido un roble, o una parra o una rosa, los habrías plantado. Por eso pensé que, como me habías puesto aquí, debía dar lo mejor de mí para ser lo que tú quieres. No puedo ser otra cosa que lo que soy, y trato de serlo al máximo de mis posibilidades».
Estas aqui porque la existencia te necesita tal como eres,